Una vez concluída la fijación del dorado y la policromía se está llevando a cabo la consolidación estructural, que afecta desde la estructura portante retablo hasta todos y cada uno de los elementos que forman parte del mismo, comprobando su estabilidad y consistencia, y actuando ante un posible riesgo de desprendimiento, o cualquier otro signo de deterioro.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
martes, 22 de diciembre de 2009
Ya está expuesta la imagen de la Virgen restaurada
Desde un principio fue intención del párroco que se acometiera cuanto antes la intervención de la imagen, para que presidiera el altar mientras el retablo permanezca oculto por el andamiaje. De esta manera podrá ser contemplada de cerca como nunca ha podido hacerse, debido a lo inaccesible de su ubicación en el baldaquino que preside el retablo mayor de la parroquia.
Es, sin duda, una ocasión extraordinaria y dificilmente repetible el tener tan cerca esta escultura, de una calidad artística incuestionable, por lo que la idea de exponerla ha sido muy bien acogida.
martes, 1 de diciembre de 2009
RESTAURACIÓN DE LA VIRGEN DE CONSOLACIÓN

Con motivo de la restauración del retablo, mientras duren los trabajos y por tanto, permanezca oculto tras el toldo, la imagen presidirá el presbiterio, una vez restaurada.
Así, podrá ser contemplada durante los próximos meses por todos aquellos que se acerquen a la iglesia, antes de volver de nuevo al retablo.
Las características morfológicas de la escultura nos remiten a tiempos anteriores a la hechura del retablo, posiblemente a la primera mitad del siglo XVII. Por tanto, se trataría, con toda seguridad (aunque sin estar este dato documentado), de la imagen titular del primitivo templo parroquial de Umbrete, templo que habría presidido hasta que hubiera sido trasladada a la nueva iglesia, una vez concluidas las obras en 1733.
Se trata de una escultura realizada en madera de cedro, y tiene una altura de 125 cm. El manto y la toca están estofados, a diferencia de la túnica, que aparece dorada, con una corladura en los entrantes de los pliegues para crear un mayor efecto de volumen.
Las características morfológicas de la escultura nos remiten a tiempos anteriores a la hechura del retablo, posiblemente a la primera mitad del siglo XVII. Por tanto, se trataría, con toda seguridad (aunque sin estar este dato documentado), de la imagen titular del primitivo templo parroquial de Umbrete, templo que habría presidido hasta que hubiera sido trasladada a la nueva iglesia, una vez concluidas las obras en 1733.
Se trata de una escultura realizada en madera de cedro, y tiene una altura de 125 cm. El manto y la toca están estofados, a diferencia de la túnica, que aparece dorada, con una corladura en los entrantes de los pliegues para crear un mayor efecto de volumen.
Los estratos de preparación y policromía y dorado presentaban un buen estado de adherencia al soporte, siendo pocas las lagunas en el total de la superficie. El borde del manto casi en su totalidad, así como parte de los bordes de la toca y la túnica presentaban pérdidas de la policromía debido al desprendimiento de gran parte de un encaje encolado que ribetea estas zonas, y que, probablemente sean producto de alguna intervención posterior.
La mano derecha, con la que sostiene el cetro, parece no ser la original, debido a que no se asemeja a la izquierda, de dedos mucho menos estilizados; aunque la principal evidencia es que no presenta signos de otra encarnadura subyacente, como sí sucede en el cuello y bordes del rostro de la Virgen y en el Niño.
A nivel de policromía y dorado presenta numerosos desgastes, sobre todo en la trasera y en las partes más salientes de los pliegues del manto.
La separación de los ensambles de algunas de las piezas que conforman la escultura se había reflejado en unas grietas longitudinales a ambos lados de la imagen.
No presentaba repintes, ni un oscurecimiento excesivo. Esto último es debido a que durante las grandes celebraciones de quinarios y novenas, en que se encendían decenas de cirios en el altar, la imagen quedaba tras el telón con que se cubría gran parte del retablo.
En primer lugar se eliminó la suciedad superficial (principalmente, depósitos de polvo).
La mano derecha estaba suelta, por lo que, una vez colocado correctamente el dedo meñique (que se encontraba mal pegado) se ensambló de nuevo a la manga de la túnica.
La limpieza de la policromía fue minuciosa y controlada, debido a lo delicado de la película de laca que forma la corladura sobre el dorado de la túnica, así como el temple de los estofados.
Esta reintegración se hace con respecto al color circundante; esto quiere decir que si la laguna está (por ejemplo) en una zona de desgastes del estofado del manto, la reintegración cromática no atiende al azul del manto, sino al rojo del bol que el desgaste del estofado deja al descubierto.
viernes, 20 de noviembre de 2009
Más imágenes del proceso de fijación
El proceso de fijación de los estratos de preparación y policromía y dorado continúa, habiéndose concluido más del 50 % del proceso, que pasa por ser uno de los más lentos y minuciosos de toda la intervención.
En muchos casos es preciso hacer una fijación de emergencia previa al aspirado del polvo, debido al alto riesgo de desprendimiento de lascas. Por ello, antes de inyectar el adhesivo, es preciso soplar con cuidado entre la madera y las lascas, para que el polvo acumulado en el interior no impida la correcta adhesión entre los estratos.
El adhesivo se inyecta con jeringa, presionando posteriormente para conseguir la adhesión. En los casos en que esto no sea suficiente, se empapela la zona con papel de seda o japonés y se presiona suavemente con la espátula caliente, de manera que el calor y la cola consigan que las lascas vuelvan a su lugar, quedando completamente fijadas. Posteriormente se retira el papel con el exceso de adhesivo.
lunes, 16 de noviembre de 2009
FIJACIÓN DEL DORADO Y POLICROMÍA
Una vez eliminados los depósitos superficiales de polvo, se ha procedido a fijar todas aquellas zonas que, como consecuencia de la pérdida de adherencia del estuco a la madera, presentaban levantamientos y desprendimientos de policromía y dorado.


Este proceso de fijación, lento y minucioso, es fundamental en la intervención del retablo, ya que de él depende que se frene la pérdida continuada de la policromía y el dorado, consiguiendo que todos aquellos fragmentos de estuco que, como causa de la pérdida de sus propiedades de adhesión, aparecían separados de la madera y, por tanto, con riesgo de desprendimiento, vuelvan a estar adheridos al soporte.
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