Una vez eliminados los depósitos superficiales de polvo, se ha procedido a fijar todas aquellas zonas que, como consecuencia de la pérdida de adherencia del estuco a la madera, presentaban levantamientos y desprendimientos de policromía y dorado.


Este proceso de fijación, lento y minucioso, es fundamental en la intervención del retablo, ya que de él depende que se frene la pérdida continuada de la policromía y el dorado, consiguiendo que todos aquellos fragmentos de estuco que, como causa de la pérdida de sus propiedades de adhesión, aparecían separados de la madera y, por tanto, con riesgo de desprendimiento, vuelvan a estar adheridos al soporte.
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