De esta manera, llegaron hasta nosostros, al momento de comenzar la restauración del retablo, varios cubos y cajas repletos de infinidad de fragmentos de madera tallada, bien fuese dorada o policromada.
Gracias a un minucioso estudio del diseño del retablo en cada uno de sus detalles, y tras repetidas inspecciones de los fragmentos, que se extendieron sobre mesas de trabajo para su mejor observación, el trabajo fue dando sus frutos, y aun hoy continúa, debido a que siguen rehubicándose piezas.Hasta el momento se han "casado" unos 70 fragmentos, y no se descarta que se sigan encontrando más.
La principal complicación a la hora de identificar los fragmentos que pertenecen al retablo para descartar los que pertenezcan a otros reside en que los cinco retablos principales de la iglesia pertenecen al mismo autor y son prácticamente coetáneos, por lo que las coincidencias morfológicas son muchas, y el tipo de acantos, roleos, molduras, etc. se repite en muchos casos en los demás retablos.
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