miércoles, 23 de diciembre de 2009

CONSOLIDACIÓN ESTRUCTURAL (1)



Una vez concluída la fijación del dorado y la policromía se está llevando a cabo la consolidación estructural, que afecta desde la estructura portante retablo hasta todos y cada uno de los elementos que forman parte del mismo, comprobando su estabilidad y consistencia, y actuando ante un posible riesgo de desprendimiento, o cualquier otro signo de deterioro.












martes, 22 de diciembre de 2009

Ya está expuesta la imagen de la Virgen restaurada

Desde hoy puede contemplarse en el presbiterio de la iglesia la imagen de la Virgen de Consolación, titular de la Parroquia, una vez concluido el proceso de restauración integral a que ha sido sometida, dentro de los trabajos de consolidación del retablo que se están llevando a cabo desde octubre.
Desde un principio fue intención del párroco que se acometiera cuanto antes la intervención de la imagen, para que presidiera el altar mientras el retablo permanezca oculto por el andamiaje. De esta manera podrá ser contemplada de cerca como nunca ha podido hacerse, debido a lo inaccesible de su ubicación en el baldaquino que preside el retablo mayor de la parroquia.

Es, sin duda, una ocasión extraordinaria y dificilmente repetible el tener tan cerca esta escultura, de una calidad artística incuestionable, por lo que la idea de exponerla ha sido muy bien acogida.






martes, 1 de diciembre de 2009

RESTAURACIÓN DE LA VIRGEN DE CONSOLACIÓN

La imagen de la Virgen de Consolación, como titular del templo, preside el retablo del altar mayor (objeto de este proyecto de consolidación). Debido a su ubicación en el baldaquino del cuerpo principal, y ser éste de muy difícil acceso, es una imagen prácticamente desconocida, incluso para los vecinos de Umbrete, ya que muy pocos recuerdan haberla observado alguna vez de cerca, si bien hay quien asegura que hace décadas procesionó de manera extraordinaria en la procesión del Corpus (el Día del Señor para los umbreteños).

Con motivo de la restauración del retablo, mientras duren los trabajos y por tanto, permanezca oculto tras el toldo, la imagen presidirá el presbiterio, una vez restaurada.

Así, podrá ser contemplada durante los próximos meses por todos aquellos que se acerquen a la iglesia, antes de volver de nuevo al retablo.
Las características morfológicas de la escultura nos remiten a tiempos anteriores a la hechura del retablo, posiblemente a la primera mitad del siglo XVII. Por tanto, se trataría, con toda seguridad (aunque sin estar este dato documentado), de la imagen titular del primitivo templo parroquial de Umbrete, templo que habría presidido hasta que hubiera sido trasladada a la nueva iglesia, una vez concluidas las obras en 1733.
Se trata de una escultura realizada en madera de cedro, y tiene una altura de 125 cm. El manto y la toca están estofados, a diferencia de la túnica, que aparece dorada, con una corladura en los entrantes de los pliegues para crear un mayor efecto de volumen.

Para estar en un lugar tan inaccesible (o quizás gracias a ello) la imagen no presentaba un excesivo grado de deterioro. Lo más llamativo, junto con los depósitos de polvo y suciedad superficial, eran las pérdidas de soporte que presentaba en la base, así como la mano derecha, despegada de la manga del vestido.

Los estratos de preparación y policromía y dorado presentaban un buen estado de adherencia al soporte, siendo pocas las lagunas en el total de la superficie. El borde del manto casi en su totalidad, así como parte de los bordes de la toca y la túnica presentaban pérdidas de la policromía debido al desprendimiento de gran parte de un encaje encolado que ribetea estas zonas, y que, probablemente sean producto de alguna intervención posterior.
La mano derecha, con la que sostiene el cetro, parece no ser la original, debido a que no se asemeja a la izquierda, de dedos mucho menos estilizados; aunque la principal evidencia es que no presenta signos de otra encarnadura subyacente, como sí sucede en el cuello y bordes del rostro de la Virgen y en el Niño.

A nivel de policromía y dorado presenta numerosos desgastes, sobre todo en la trasera y en las partes más salientes de los pliegues del manto.




La separación de los ensambles de algunas de las piezas que conforman la escultura se había reflejado en unas grietas longitudinales a ambos lados de la imagen.


No presentaba repintes, ni un oscurecimiento excesivo. Esto último es debido a que durante las grandes celebraciones de quinarios y novenas, en que se encendían decenas de cirios en el altar, la imagen quedaba tras el telón con que se cubría gran parte del retablo.

Una vez que se bajó la imagen del retablo fue trasladada a la zona habilitada como taller dentro de la iglesia para acometer la intervención.


En primer lugar se eliminó la suciedad superficial (principalmente, depósitos de polvo).


La mano derecha estaba suelta, por lo que, una vez colocado correctamente el dedo meñique (que se encontraba mal pegado) se ensambló de nuevo a la manga de la túnica.


La limpieza de la policromía fue minuciosa y controlada, debido a lo delicado de la película de laca que forma la corladura sobre el dorado de la túnica, así como el temple de los estofados.




Los levantamientos de policromía coincidían con las grietas producidas por la separación de piezas longitudinales. Se procedió como en el retablo, por medio de cola animal y la aplicación de presión y calor con la espátula caliente.

Entre las piezas sueltas de los retablos que se almacenan en las dependencias parroquiales aparecieron dos fragmentos de la base de la imagen. Se completó el volumen faltante con piezas talladas en madera de cedro.

Posteriormente se estucaron las lagunas y las reintegraciones volumétricas, dejando una superficie óptima para la posterior reintegración cromática.



La reintegración cromática de las lagunas se ha realizado con acuarelas, con la técnica del puntinato, consistente en una trama de puntos que, a corta distancia, hace perceptible la diferencia entre el original y la intervención.
Esta reintegración se hace con respecto al color circundante; esto quiere decir que si la laguna está (por ejemplo) en una zona de desgastes del estofado del manto, la reintegración cromática no atiende al azul del manto, sino al rojo del bol que el desgaste del estofado deja al descubierto.









Una vez concluida la reintegración cromática se aplicó una pelícaula de protección a base de barniz de resina sintética.









































viernes, 20 de noviembre de 2009

Más imágenes del proceso de fijación

El proceso de fijación de los estratos de preparación y policromía y dorado continúa, habiéndose concluido más del 50 % del proceso, que pasa por ser uno de los más lentos y minuciosos de toda la intervención.

En muchos casos es preciso hacer una fijación de emergencia previa al aspirado del polvo, debido al alto riesgo de desprendimiento de lascas. Por ello, antes de inyectar el adhesivo, es preciso soplar con cuidado entre la madera y las lascas, para que el polvo acumulado en el interior no impida la correcta adhesión entre los estratos.
El adhesivo se inyecta con jeringa, presionando posteriormente para conseguir la adhesión. En los casos en que esto no sea suficiente, se empapela la zona con papel de seda o japonés y se presiona suavemente con la espátula caliente, de manera que el calor y la cola consigan que las lascas vuelvan a su lugar, quedando completamente fijadas. Posteriormente se retira el papel con el exceso de adhesivo.









lunes, 16 de noviembre de 2009

FIJACIÓN DEL DORADO Y POLICROMÍA

Una vez eliminados los depósitos superficiales de polvo, se ha procedido a fijar todas aquellas zonas que, como consecuencia de la pérdida de adherencia del estuco a la madera, presentaban levantamientos y desprendimientos de policromía y dorado.
Para ello se ha procedido mediante la inyección de dos tipos de adhesivo; en las zonas superiores (las más próximas a la bóveda)donde los estucos superan el grosor de la media del retablo, se ha empleado resina acrílica diluida en agua destilada a distintas proporciones, mientras que en el resto se ha fijado con cola de conejo y papel japonés, aplicando sobre éste presión y calor con la espátula caliente.


Este proceso de fijación, lento y minucioso, es fundamental en la intervención del retablo, ya que de él depende que se frene la pérdida continuada de la policromía y el dorado, consiguiendo que todos aquellos fragmentos de estuco que, como causa de la pérdida de sus propiedades de adhesión, aparecían separados de la madera y, por tanto, con riesgo de desprendimiento, vuelvan a estar adheridos al soporte.

El conseguir que el proceso de fijación sea efectivo es fundamental para la conservación del retablo y para la preservación de su apariencia estética, debido al papel fundamental e insustituible que desempeñan la policromía y el dorado.