Una vez eliminados los depósitos superficiales de polvo, se ha procedido a fijar todas aquellas zonas que, como consecuencia de la pérdida de adherencia del estuco a la madera, presentaban levantamientos y desprendimientos de policromía y dorado.
Para ello se ha procedido mediante la inyección de dos tipos de adhesivo; en las zonas superiores (las más próximas a la bóveda)donde los estucos superan el grosor de la media del retablo, se ha empleado resina acrílica diluida en agua destilada a distintas proporciones, mientras que en el resto se ha fijado con cola de conejo y papel japonés, aplicando sobre éste presión y calor con la espátula caliente.
Este proceso de fijación, lento y minucioso, es fundamental en la intervención del retablo, ya que de él depende que se frene la pérdida continuada de la policromía y el dorado, consiguiendo que todos aquellos fragmentos de estuco que, como causa de la pérdida de sus propiedades de adhesión, aparecían separados de la madera y, por tanto, con riesgo de desprendimiento, vuelvan a estar adheridos al soporte.
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