jueves, 2 de diciembre de 2010

EL RETABLO DE LA VIRGEN DEL ROSARIO


Dentro de la Iglesia Parroquial de Ntra. Sra. de Consolación, el retablo de la Virgen del Rosario ocupa el muro del lado de la Epístola del crucero, esto es, a la derecha del espectador.



Hace juego con el frontero de la Crucifixión, y son idéticos a excepción de la hornacina de la Virgen y las imágenes.
Al igual que el retablo mayor y el mencionado de la Crucifixión, es obra de Felipe Fernández del Castillo, quien se comprometió a realizarlo en 1734. Mide unos 12 metros de alto por 6 de ancho, y está realizado en madera de pino tallada, dorada y policromada.


Está presidido por la Virgen del Rosario, imagen de candelero (para ser vestida) anterior al retablo. Fue la imagen titular de la extinguida Cofradía del Santo Rosario, una de las corporaciones mas importantes de la Villa, y que tomó mayor relevancia precisamente bajo el patrocinio del Arzobispo Luis de Salcedo y Azcona, quien mandó construir la iglesia y que, posiblemente, favoreciera el que la imagen ocupara el lugar tan relevante que ocupa en el templo.

Sobre el banco se dispone el cuerpo principal, centrado por una gran hornacina de mediopunto de la que cuelgan cortinas sujetas por querubines. Dentro de esta hornacina se situa el camarín, con triple embocadura, al frente y a los lados.

A ambos lados, sobre sendas ménsulas, se situan, por parejas, y de izquierda a derecha según se mira, las imágenes de San Pedro de Alcántara, Santa teresa de Jesús, Santa Catalina y Santa Inés, todas ellas de tamaño algo menor que el natural.

Entre cada una de estas parejas de santos se sitúan sendas columnas que sostienen el entablamento que da paso al cuerpo superior o ático. Este ático está centrado por una mandorla mixtilínea donde se alja un altorrelieve con la representación de San José portando al Niño en brazos. A ambos lados aparecen sendos ángeles, de gran tamaño, sentados sobre grandes volutas situadas sobre el eje de las columnas.

Una cartela con un sol, flanqueada por dos palmas, componen el remate del retablo, que sobresale del medio punto que describe el ático.

Sirven de marco los pliegues de una cortina que, sujeta por una serie de querubines, desciende por los laterales, entremezclándose con profusa decoración vegetal.

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